Caminando por la ciudad. Una muestra de sinceridad.
Algunos peatones de piernas muy ligeras caminan de arriba hacia abajo, pasando hasta cuatro veces al día por la misma calle. Ellos llevan los infaltables paraguas negros para protegerse de la lluvia o de los inclementes rayos del sol. Siguen trayectorias erráticas como las hormigas. Como la Universidad desbordó sus límites y se regó por toda la ciudad, los estudiantes andan deambulando por sus calles. Se tropieza uno con ellos inclusive en el mercado o en cementerio y son los estudiantes que se reconocen por sus libros debajo del brazo, morrales o carpetas. En las horas diurnas están entrando y saliendo constantemente de las distintas facultades.
En este punto quiero detenerme para poner al conocimiento del lector de algunos aspectos que son parte importante de la vida de esta ciudad y que la hacen diferente del resto de las otras poblaciones. Es bien sabido que Tunyah es una ciudad universitaria y para corroborarlo basta ver la cantidad de instalaciones académicas dispersas por toda esta pequeña urbe andina.
La gente del pueblo a estos personajes los llama cariñosamente los bachis. Ciertamente, ellos son el pan de cada día de la ciudad. La ciudad que los cobija en sus casas y la ciudad se enriquece mucho con la diversidad de estos jóvenes provenientes de todos los rincones del país, que se identifican por su manera de hablar y comportarse. Algunos son alegres y dicharacheros como los orientales y los del lago, otros más callados y reservados vienen de los llanos y del centro. En este crisol de huéspedes cada región tiene su acento típico muy fácil de reconocer. El comercio ha crecido mucho a costa de ellos, pues se alojan en residencias particulares, comen en la calle, van al cine, pasean en sus ratos libres y todo esto se convierte en una fuente de dinero importante.
El Profesor Fer comenzó a comportarse de manera algo extraña, desde que supo del asunto, algo incómodo relativo a un expediente en donde se mencionaba su nombre.. . Si bien su posición dentro del Departamento era de reconocimento tácito y se mantenía inamovible, gracias a su trabajo meticuloso. Sin embargo, sentía que el circulo de sus amistades de confianza se estaba reduciendo, cosa que lo preocupaba mucho. Buscaba algo pero no sabía que cosa era. Pasaba las horas nocturnas en su laboratorio de fermentaciones probando nuevas mezclas de cerveza, sin poder lograr nada nuevo. Estaba muy desanimado y para cambiar su estado de animo, decidió dar una caminata por el centro de Tunyah. Era una mañana fresca con algo de viento. Dejó su carro estacionado en la paerte baja de la ciudad en la Plaza Mayor.
Después de atravesar la plaza se topó con tres estudiantes amigos suyos, que acaban de salir de la Iglesia de San Francisco. Los jóvenes estaban muy ocupados mirando con detenimiento unas ollas de aluminio de gran tamaño, que colgaban de la fachada de una quincalla. El más joven era Roberto, un serrano de rostro lampiño y pelo negro liso bastante largo, que parecía ser el líder de ellos. Los otros dos Juan y Lina eran dos flacos que usaban gorras de béisbol y lucían felices. Se sonreían mucho en pareja. Lina era pequeña e inquieta. Corría por la acera y luego saltaba hasta colocarse sobre la espalda de Juan a horcajadas como un jinete. Juan trotaba un rato con ella y luego la dejaba caer en el piso. Continuaron retozando de manera jovial , hasta que se cansaron.
Hola bachilleres ¿Cómo les va? .
Buenos días Profe.
Los veo muy interesados en esas ollas. ¿Piensan cocinar algún sancocho?
-Si, profesor tenemos un paseo en este fin de semana- respondió el más joven. Es una fiesta de bienvenida a los nuevos estudiantes, organizada por el grupo Movimiento20. Somos los encargados de la logística. Tendremos bailes, bebidas, comidas gratis, competencias deportivas y un torneo del juego del caballito.
Ah. veo que la pareja de amigos practican bastante bien.
Así es. Jaja...Okey Profe. Esperamos contar con su presencia. ¿ Y usted que hace por aquí? ¿Hacia donde se dirige?
Voy hacia las alturas en busca de respuestas....
Se ajusto la chaqueta hasta el cuello y empezó a caminar hacia arriba por la vieja Calle Sucre. La Sucre es en verdad una vieja callejuela de aspecto sucio y deprimido. La acción destructora del tiempo se manifiesta en sus viejas casa de teja que suben hacia el cielo por una empinada cuesta y luchan lastimosamente por mantenerse en pie. Dos niños corrian en bajada siguiendo una pelota. Caminando por la acera estrecha Fer se entretenía mirando con ojos curiosos aquel conjunto heterogéneo de pensiones, bodegas , botiquines. De una calleja transversal del lado derecho salió una abuela con dos nietas tomadas de la mano. La abuela de rostro bastante bronceado por el sol tenía el pelo muy negro con una raya en el medio, que separaba dos largas trenzas rematadas en lazos de color rojo. En una venta de verdura, donde antes hubo una vivienda, ocupaban la mitad de la acera con sacos de fique llenos de café, papas, frijoles y otros rubros. Más adelante, recostado a la pared de una casa, un señor bastante mayor vestido de traje negro con la chaqueta desabotonada. El hombre que cojeaba de una pierna , se apoyaba en un bastón. Parecía estar de buen humor ese día pues se quitaba el sombrero y saludaba con respeto a todos los transeúntes.
-Hola. Buenos días señor. ¿Me puede decir donde vive el Profesor Alido?' Preguntó Fer.
-Buenos días¿ Cómo le va amigo?- Respondío el hombre viejo.
-Estoy bien, gracias. Aunque un poco cansado con esta calle tan empinada.- Dijo hablando con la respiración entrecortada.
-Hay que subir despacio. Se necesita tener fe en Dios y mucha paciencia.
-Si, ya me he dado cuenta. Hay que detenerse y descansar un rato.
-Este barrio queda en lo alto, cerca del Todopoderoso. Fíjese allá hacia abajo en la ciudad todo lo que ha subido. Decía esto mientras señalaba con el bastón.
-¿ Conoce usted al Profesor Alido?
-No lo conozco- Respondió despues de rascarse la cabeza durante un minuto.
-Pero, ¿No lo ha oido nombrar? ¿Es vecino de este lugar?
El viejo se dio media vuelta y desapareció. Luego salió una señora,que parecía ser la dueña de casa. Tenía el rostro semioculto con un manto negro, las manos muy pequeñas con unas uñas afiladas. Cargaba un vaso de una bebida fermentada. Se la ofreció al Porfesor para calmar la sed y le dijo. Siga saubiendo, todavía le falta.
Después de lograr escalar una cuesta bastante inclinada, llegó jadeando a una calle de tierra donde había una bifurcación. Ahora no sabía cual camino escoger, pues eran casi idénticos En la intersección había una pequeña plaza con una gran cruz pintada de blanco y detras de la misma capilla hecha de cáñamo y techo de tejas. Fer se detuvo un rato y quedó observando atentamente el santo que estaba dentro rodeado de velas encendidas. Permaneció un rato mirando la cara color de manzana de aquel Santo, como esperando que le hablara. Estuvo detenido en el tiempo durante un par de minutos que le parecieron años. Recordó cosas de la infancia, pequeños detalles y anécdotas en las que antes no había reparado. Luego volteó y vio a su lado a una misteriosa mujer vestida de negro. Un viento helado que bajaba de la Sierra revolvía el polvo del camino y levantaba una calina que impedía ver los árboles y las casas. El disco solar se ocultó detrás de esta cortina de polvo y arena y apenas era una mancha amarillenta. Después de persignarse y decir alguna plegaria, la señora siguió su rumbo por el camino de la derecha. Entonces Fer pensó que era la ruta correcta y la siguió. La señora caminaba adelante con determinación, como impulsada por el viento y a veces se perdía de vista. Fer pensaba que soñaba. Sudaba mucho y la bebida fermentada producía en su mente una sensación de falta de peso. Finalmente se detuvo la mujer, lo tomó del brazo y lo condujo hacia su casa.
-Soy la abuela de Alido. Que se le ofrece- le dijo directamente.
Por alguna misteriosa razón, Fer se sintió desinhibido y abrió su corazón. Le hablo con franqueza a aquella señora desconocida, demostrando sinceridad y le contó sobre sus problemas de ansiedad producto de las intrigas del sistema universitario.
-Necesito hablar con Alido para que me informe sobre su expediente.- Solicitó en tono de súplica. El debe saber muchas cosas que yo desconozco. Soy Profesor universitario y estoy a punto de ser investigado. Cometí una pequeña imprudencia de la cual me arrepiento. Si hubiese sabido que la carta de Alido estaba extraviada, entonces me hubiese evitado muchas molestias y quizás estuviese dedicado a otras cosas más interesantes como mis experimentos de fermentación. Nadie sabe lo que Dios nos tiene dispuesto. El es el único que mira desde arriba y cambia las cosas. En un instante la vida de uno puede dar un giro inesperado. A veces un pequeño desliz se paga muy caro. Las leyes y los reglamentos son bastante complicados. Me tiene angustiado esto del posible expediente. Le juro que soy inocente. Sería incapaz de interferir en los asuntos de Alido, puesto que somos muy amigos. Ya no puedo dormir bien. Me da miedo que mi familia y mis amigos se enteren de esto. ¿Cómo va a quedar mi reputación? ¿ Qué diran mis estudiantes? Mi vida ha cambiado mucho. Siento el peso de la justicia en mis espaldas.
-Alido no vive aquí. El se fue de mi casa hace unos meses. Entiendo bien sus preocupaciones y me gustaría darle unos consejos si usted me permite. Estas cosas son bastante delicadas. Yo le recomiendo que no interfiera en la justicia. Quédese tranquilo y acepte su destino. Rece mucho por los que sufren como usted y pídale a la Virgen. Si lo hace puede ser acusado de intrusión, lo cual es más grave. He conocido de muchos procesos de expedientes. Son procesos largos y complejos que pueden durar años. La gente debe acostumbrarse a ser procesados. Los abogados y jueces trabajan mucho para que los asuntos sean resueltos, pero nunca los procesados son inculpados. El sistema tiene sus miles de recovecos y caminos por donde los jueces de instrucción y los fiscales. Son como caminos que se pierden en las tinieblas. Levantan expedientes que luego desaparecen en los registros y los acusados deben comenzar de nuevo. Quizás esos errores se paguen en el infierno pero no en la tierra.
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