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viernes, 26 de enero de 2024

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA. parte 5.

 

Año 1986.

 

Semestre de Invierno.

 

Un día del mes de enero de 1984 a las cuatro de la tarde, entró al salón de clases una secretaria del departamento bastante nerviosa. Era para dar una mala noticia. El Transbordador Challenger había explotado a los pocos minutos de alzar vuelo. Fue un duro golpe para el programa espacial americano. Las terribles imágenes fueron vistas por los niños de todas las escuelas pues entre los siete astronautas fallecidos estaba una maestra que iba a realizar experimentos didácticos para los pequeños. Inmediatamente se suspendió el seminario y vimos las imágenes en televisión.

Este fue el penúltimo año de mis estudios doctorales. Continuaba estudiando formas cuadráticas en el seminario. Aparte de eso tomaba otras materias como requisitos para el doctorado, unas interesantes como la Teoría de números algebraicos, dictada por Jorge Morales. Otras, por el contrario, no tenían mucho que ver con mi área de estudio. Por ejemplo, los dos cursos de Geometría algebraica. Era una carga pesada que me quitaba tiempo para otras cosas. Era una de esas materias que después de un mes de aprobadas se te olvida todo lo que allí aprendiste. Una lástima.

En el mes de marzo de 1986 la familia creció:  nació nuestra hija Paola Stephanie, en hospital Earl K. Long. Esto nos llenó de mucha alegría y felicidad. Era una niña bastante sana que no dio ningún problema. A Nancy la atendieron muy bien en el hospital. Nos dieron muchas cajas de pañales y fórmula lactante para la niña. Al mes de nacida fuimos al consulado de Nueva Orleans buscar su partida de nacimiento y luego la presentamos en el consulado de Venezuela. Treinta y seis años más tarde, Paola, quien es ciudadana americana y reside en Florida, hizo un viaje a Baton Rouge, para conocer LSU y el hospital donde nació.  Desafortunadamente tuvo una gran decepción pues el hospital fue demolido.



Pensacola Beach.

Después de aquel largo e intenso semestre de invierno, necesitábamos unas buenas vacaciones. Nancy cansada de cuidar niños, yo de estudiar y trabajar. Paola estaba recién nacida de un mes. Un amigo nos propuso alquilar un apartamento cerca de la playa por unos días.

-          Es una oferta que vi en el periódico- dijo Juan.



Fue una buena propuesta. Había que rodar mucho, pues En Luisiana no hay playas para bañarse. A pesar de tener mucha costa sobre el Golfo de México, el delta del río Mississippi es una región pantanosa.

Así pues, durante el Spring Break, hicimos el viaje a la playa de Pensacola en Florida. Nos acompañaron  Juan Carrasco y su familia. Recorrimos el sur de Alabama, Mississippi  y todo el Panhandle de la península de Florida.  Viajamos a lo largo de la costa y atravesamos las ciudades de Mobile y Biloxi.  En Mobile se encuentra una base naval donde hay grandes barcos destructores. Visitamos un castillo español cerca de Tallahassee. Pasamos unos días muy agradables en un apartamento que arrendamos cerca del mar. La playa de blancas arenas era como el azúcar en donde uno se hundía al caminar.



 

Semestre de verano.

 

Ya casi no quedaban estudiantes venezolanos en LSU. Muchos amigos habían terminado sus estudios y se habían ido. El verano era una época bastante tediosa por el calor y la humedad La universidad quedaba casi vacía y el calor era insoportable. Caminar por el asfalto resultaba difícil, pues el vapor lo envolvía a uno.  Yo debía preparar clases todos los días para aquellos cursos de cálculo. Me toco dictar un curso a las dos de la tarde, Los estudiantes casi se dormían en clases por el calor. Después de clases me iba al edificio de matemáticas a corregir exámenes.

Para mantener mi hobby favorito, la pintura, tomé cursos de dibujo durante dos veranos. Eran cursos cortos ofrecidos en un programa de extensión de la universidad. El curso era dictado por un escultor. Como es sabido, los escultores son mejores dibujantes que los pintores. Con los trazos del carboncillo, aprendí bastante del dibujo de anatomía de la figura humana.

En algunas ocasiones salía en mi auto junto con Hosrt von Brand a tomar fotografía en los pueblos del sur de Luisiana. Recorrimos el antiguo camino del rio a lo largo del Mississippi y visitamos muchas casas y plantaciones de antes de la guerra.

 

Voulez vou couche avec moi?

Traduzco: ¿Te quieres acostar conmigo? Era una frase en francés que se escuchaba en los balcones de Nueva Orleans, cuando las damiselas veían un potencial cliente. Así decía la profesora de francés Mademoiselle Lacoste. Tuve que tomar un curso regular de francés como parte de mi formación académica.  Fue una experiencia agradable y enriquecedora.  Así pues, de la noche a la mañana me convertí en un estudiante freshman o de primer año universitario. Recuerdo muy bien que participé en un acto de fin de curso, cuando hicimos una representación teatral. Yo tome el papel del presentador.

Alguna gente cree que todavía se habla francés en Luisiana. En realidad, lo que se mantiene es un dialecto llamado Kajun. El idioma Kajun, que se habla en algunos pueblos del sur de Luisiana es una mezcla de francés con inglés. La palabra Kajun proviene de Acadienne, o Acadia, una  región de Francia de donde vinieron los primeros colonos de estas tierras a establecerse en el siglo XVIII. Estos franceses también establecieron otra colonia en Canadá. Inclusive estuvieron en la Republica Dominicana. En Puerto Plata se pueden ver hermosos cases de madera semejante a las de Nueva Orleans. Además, los franceses trajeron el acordeón, con el cual se toca el merengue dominicano autentico.



Un día asistimos a un festival de Kajun en el Down Town, con gente de Lafayette, que es el centro de esta cultura. Había comida, música de violines con acordeón y la gente bailaba en parejas. Comimos una jambalaya que estaba sabrosa, pero algo picante para nuestro gusto. La Jambalaya es un arroz con chorizo, pollo o carne, pimienta roja y otros condimentos.

Un libro pesado y un problema.

Estaba comenzando el semestre de otoño  y nosotros todavía metidos de lleno con las formas cuadráticas en aquel libro pesado y pantanoso de T.J. Lam. No se vislumbraba el final del camino y esto me desmotivo mucho. El libro de Lam, que se convirtió en una tortura china para muchos, era un tratado demasiado exhaustivo y detallado de toda la teoría. Llegó el momento en que me hallaba en un callejón sin salida. Seguía estudiando muchas cosas, pero aún no iniciaba la investigación en un   tema concreto. Entonces el tutor de tesis sacó un conejo de la manga como un mago. El hombre al fin me planteo un problema para trabajar en una investigación. Fue un giro inesperado que me sorprendió bastante. Por un momento me alegré pues pude quitarme de encima aquel yugo pesado del libro peripatético y pantanoso del señor Lam.

El problema consistía en determinar unas funciones sobre cuerpos finitos con una condición de máximo con un tipo de norma. Fue un problema sin resolver que se le apareció a Carruth MacGehee trabajando con trasformadas finitas de Fourier. Esto me desconcertó un poco pues era algo desconocido y no tenía nada que ver con todas las cosas aprendidas en el seminario. Era cómo ir a la bodega de la esquina, viajando 500 millas hacia el norte y luego cambiar de rumbo hacia el oeste otras 500 millas y después regresar hacia el punto de partida.

Comencé a trabajar en el problema con muy poco éxito, pues no tenía idea de cómo atacarlo. Casi no existía bibliografía relacionada con ese tema. Tuve que partir desde cero y empezar a descubrir relaciones nuevas en los cuerpos finitos. Comenzar a trabajar en un campo reciente en matemáticas, tiene ciertas ventajas y desventajas. Es como ir a sacar oro o diamantes en una mina recién descubierta. Si tiene suerte te puedes conseguir una pepita grande y te haces rico. El problema es que no sabes que técnicas utilizar. Debes trabajar con las manos desde cero y competir con algunos investigadores veteranos que son los que abren el camino.

El cascanueces y el Rey de los ratones.

Se podía disfrutar de música clásica en Baton Rouge. La ciudad contaba con una orquesta sinfónica que daba conciertos regularmente a un precio muy accesible. Además, algunas estaciones de radio FM transmitían programas musicales. La Televisión Pública de Luisiana (LPB) mantenida por donaciones de particulares, tenía bastantes programas educativos y culturales.

En diciembre se acostumbra en todas las ciudades de USA, ciudades grandes y medianas, que poseen una compañía de ballet y una orquesta sinfónica, montar el famoso ballet de El Cascanueces de Piotr Illich Tchaikovsky. Este clásico es una bella tradición que anuncia la Navidad. Pude asistir a una representación en el centro de la ciudad, en el Teatro Centroplex, en compañía de  unos amigos matemáticos y melómanos. El libreto se basa en un cuento El cascanueces y el rey de los ratones del escritor romántico alemán E. T. A. Hoffmann. Es un cuento de niños con una trama sencilla de una niña (Clara) que quiere un regalo de navidad y recibe un cascanueces de parte del hechicero Drosselmeyer.  

De noche empiezan a aparecer ratones por todas partes. Se forma una batalla entre los ratones y los juguetes, dirigida por el cascanueces. El cascanueces con su ejército de caramelos, soldaditos y juguetes gana la batalla, pero el rey de las ratas se sale con la suya y está a punto de clavar un puñal sobre el cascanueces. Entonces Clara lanza una zapatilla y lo espanta.

En el segundo acto se tienen unas danzas de varios países.

Clara, el cascanueces y Drosselmeyer llegan al reino de los dulces donde los recibe el Hada de azúcar, su caballero y el resto de los dulces. Se suceden una danza española a veces identificada con el chocolate, una danza china relacionada con el té, una danza árabe relacionada con el café y una danza rusa a veces llamada bastones de caramelo (la danza rusa es el Trepak).

Después de la función, fuimos a tomar un café y hacer un análisis de la presentación. Pepita García, nuestra amiga de Puerto Rico conocedora del arte del ballet quedó satisfecha con la precisión técnica de los pasos de los bailarines. La música de Tchaikovsky es bellísima. ¿Y cuál es la alegoría de esa obra de arte? ¿Qué mensaje oculto trasmite al inconsciente? Parece ser una lucha de las fuerzas del bien contra el mal. Los ratones representan los tipos malos de la sociedad, que forman una banda y tienen un Rey.

-          Al menos están bien organizados – dijo alguien  del grupo.

En esa época comenzaron a aparecer los discos compactos. Compré un reproductor y algunos cd, de música clásica bastante buenos entre ellos la Suite del Cascanueces. Los avances en la tecnología hicieron obsoletos los viejos vinilos de pasta negra. El sonido digital es bastante claro y cristalino. Además, se decía que los cd eran irrompibles y eternos, cosa que resultó ser falsa. Sin embargo, no me deshice de los viejos LP míos y los traje a Venezuela. Más adelante me iba a enterar que los discos compactos tienen mucho que ver con los cuerpos finitos. Era ciertamente, una conexión maravillosa entre matemática y arte. La matemática esta oculta en todas partes….

 

Cursos aprobados.

  • Geometría Algebraica Iy II. Hoffman.
  • Anillos de enteros algebraicos- Jorge Morales.
  • Formas cuadráticas I y II. Perlis.
  • Seminario de tesis. Ecuaciones en cuerpos finitos. Texto A course in Arithmetic de Jaen Pierre- Serre.


jueves, 25 de enero de 2024

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA. parte 6.

 

Año 1987.

 

 

Valium.

Regreso al año de 1987. En el último año tuve una serie de problemas de salud que me afectaron bastante. Sentía mucho ruido en los oídos que me ponían nervioso. Fui al médico y me diagnostico con Tinitus, una enfermedad benigna pero incurable. Debía acostumbrarme a los ruidos me dijo el doctor. Una vez me recetó el médico unas pastillas para quitar los nervios. Era Valium, un medicamento psicotrópico, bastante potente que me sirvió por quince días, pero después tuve una crisis de nervios aún peor. Además, me daba una sensación extraña en el pecho y pensaba que iba a tener un infarto. Casi en un estado de ansiedad, por la presión de la tesis y la posibilidad de morirme fuera de Venezuela. ¿Que iría a pasar con mi familia? Me preguntaba angustiado en las noches.

Fui varias veces al médico y entonces me diagnosticaron Ansiedad. La ansiedad es algo que no te deja vivir, siempre estas inquieto, no disfrutas del presente y piensa todo el tiempo en el futuro. Te preocupas por cualquier cosa. Del Valium, salté a otro tipo de pastillas menos dañinas. Recuerdo muy bien que una tarde tuve un ataque de pánico al no poder encontrar la salida del departamento de matemáticas. Había estado muy ocupado en mi cubículo corrigiendo unos ejercicios. Era tarde y casi todo el mundo se había ido. Estaba solo y cuando iba a regresar a mi casa, les daba vuelta a los pasillos desesperado. Me sentí bastante extraño y desorientado. Subía y bajaba los pisos sin encontrar la salida como en un laberinto. Al fin, una persona me ayudó a salir. La crisis duró unos 15 minutos.

El tiempo se me estaba agotando. No conseguía resolver el problema de investigación. La presión con los cursos, la familia y la tesis era mucha. Entonces Perlis se dio cuenta de mi situación y me sugirió enviar a mi familia a Venezuela para quedarme solo y así poder trabajar con más calma.

  

Cuerpos finitos. Una luz al final.

 

Un evento de gran importancia que se celebraba cada año eran las conferencias Porcelli Lectures.  Se trataba de la visita al Departamento de matemáticas de alguien especial, que dictaba una serie de charlas durante tres días consecutivos. Por ejemplo, en 1983, le tocó a John Milnor. En el mes de febrero 1987, el Profesor Winfried Scharlau, un experto en formas cuadráticas del Instituto de matemáticas de la Universidad de Münster en Alemania, dicto una serie de conferencias sobre la teoría de códigos y sus aplicaciones concretas en diversos campos como, por ejemplo, los discos compactos. Gracias a los códigos correctores de errores y la criptografía, los cuerpos finitos estaban ahora de moda en el ambiente matemático. Estos códigos dieron inicio a toda una revolución en el manejo de la información que cambió nuestras vidas. De allí proviene el uso de los códigos de barras, los cajeros automáticos, las imágenes del espacio recogidas por las naves espaciales, el internet, los teléfonos inteligentes, las criptomonedas…etc.

En mi carnet de estudiante graduado de aquellos años, aparecía un código de barras. El mismo lo escaneaban diariamente para controlar el préstamo de libros  en la biblioteca y además, las comidas en la cafetería. Todo funcionaba perfecto y yo podía saborear mi Gumbo con un rico helado de postre.



Este matemático Scharlau después de ser un experto en formas cuadráticas, publicó un libro sobre el tema que es una Biblia. Luego cambió de área y trabajaba en Teoría de códigos, una nueva disciplina.

En esa época apareció un buen libro sobre cuerpos finitos para llenar un gran vacío en la literatura del tema. Fue publicado en 1986 por los dos autores Rudolf Lidl de la Universidad De Tasmania y Harald Niederreiter de la Academia de Ciencias de Austria. Pudiera decir que estaba trabajando con las manos, y de repente me conseguí con una caja de herramientas.

Muchas personas estaban al conocimiento del problema de cuerpos finitos en el cual yo trabajaba. Inclusive, por sugerencias de mi tutor, cada vez que venía una persona visitante al Departamento, le planteaba el problema para conocer sus opiniones y buscar alguna luz que me alumbrara.  Todos decían que era interesante, pero hasta allí quedaba la consulta. Nadie me daba ayuda…Pero.  Casualmente, el Profesor Jorge Morales, tuvo una buena idea que me ayudó bastante a comprender el problema. A él le estoy muy agradecido.

Estoy orgulloso de los resultados de mi tesis por ser un aporte original al tema. El problema no lo resolví completamente, pero dejé abierto el camino para otros como por ejemplo el matemático holandés Hendrik Lenstra, quien dio una demostración de una de mis conjeturas.  

Mi tesis estaba casi estancada lo cual me preocupaba mucho, pues este era el último año del doctorado y debía estar lista para presentarla en el semestre Fall. Llegó la primavera y con ella una eclosión de flores por todo el campus. Eran las azaleas, unas bellas las flores, pero me enfermaron. El polen de las flores me produjo fiebre de heno. Tuve un malestar de gripe y perdía el equilibrio al caminar. A partir de allí tuve padecimiento de sinusitis durante varios años.

El Glühwein.

 

Esos semestres me inscribieron en un curso de alemán, como un requisito para tener el título.

Wie heisen sie, bitte?- nos interrogaba el profesor.

Fue una experiencia muy agradable y divertida. El alemán es un idioma bastante cercano al inglés. Compartí el curso con unos jóvenes freshmen. Pepita García, una compañera de estudios de Puerto Rico, y yo éramos de los más viejos en aquella clase. El profesor era un viejo veterano, un show man que hacía la clase todo un espectáculo y nos hacía reír con sus ocurrencias. Todavía conservo el libro de texto y algunas veces practico el alemán. Tengo un amigo alemán de aquellos tiempos llamado Michael Ruge, quien vino a Venezuela a visitarme en 1990.

Al final del semestre planificó una fiesta para probar el Glühwein, una bebida de vino y cosas dulces que calentaba bastante.

 

Regreso a Venezuela.

 

En el mes Mayo, al finalizar las clases nos fuimos todos a Venezuela. El plan era que Nancy con los niños se quedara viviendo con su familia, mientras yo volvía a Luisiana para concluir mi tesis. El ambiente en Venezuela daba tristeza. La crisis económica se sentía en todas partes. El sentimiento generalizado de frustración y pesimismo reinaba entre las personas.  El eslogan del día era: Ahora Venezuela es otra. Se terminó el consumismo en los centros comerciales. Los productos importados casi desaparecieron. La comida se volvió muy costosa. Coman sardinas, decía un cómico por la televisión. Ciertamente, Venezuela era otra cosa, no era el mismo país que yo había dejado en 1982.

Cuando regresé tuve que hacer escala en Miami, pues los vuelos directos desde Venezuela a Nueva Orleans ya no existían. Inclusive la aerolínea Continental desapareció. Me dio mucho sentimiento volver a quedarme solo. Empecé a comer en el comedor de la Universidad. Tenía que lavar mi ropa yo mismo en la lavandería automática de la residencia.  

Semestre de verano.

Regresé a Baton Rouge bastante recuperado y con ganas de trabajar. Ahora tenía más tiempo libre para enfrascarme en la tesis. Como el apartamento era grande acepté a dos estudiantes de pregrado, un hondureño y un venezolano y les di alojamiento gratis. La idea era no sentirme tan solo. Humberto, el venezolano era músico aficionado, tocaba cuatro y me enseñó algunas canciones. Por otro lado, el hondureño era un tipo reservado, siempre  pegado del televisor escuchando las noticias. Los discursos del presidente Reagan eran una maravilla. También éramos fanáticos del show de Johnny Carson y luego Jay Leno.

Una mañana de agosto en el día de mi cumpleaños 37, fui al supermercado A&P, que quedaba cerca de casa. Allí  compré seis latas de cervezas y una carne para hacer una parrilla. Invite a mis huespedes  y a Quintín Molina, para celebrar. A la hora de prender el carbón en la parrillera,Quintín me solicitó algo de papel para iniciar el fuego. Entonces saqué de mi cuarto el libro peripatético de T.J. Lam y en ese momento  supe lo útil que era ese texto y como usarlo.

Empecé a desarrollar el gusto por la computación y pude domar aquel monstruo de la IBM XT. Ese verano trabajamos Horst von Brand y yo en la creación de unos algoritmos con el lenguaje Modula C para construir los cuerpos finitos. Era toda una tarea de diseño de algoritmos, exploración y descubrimiento de relaciones muy divertida. Descubrí una serie de propiedades interesantes que luego pude demostrarlas en mi tesis matemáticamente.

 


Cursos aprobados.

  • Seminario de tesis. Robert Perlis.
  • Geometría de los números. Stoltfuss.
  • Alemán.


Semestre de otoño y último.

La tesis estaba lista y solo me quedaba pendiente el trabajo de escribirla. El computador IBM no tenía programas de procesamiento de texto. Todavía no existía el Word. Entonces, fue de mucha ayuda el profesor Craig Lilestrom, pues me hizo el favor de tipearla con su Macintosh. Perlis la revisó con mucho cuidado y fijamos la fecha de presentación. Craig era un biólogo, americano del norte, pero muy tropicalizado. Estaba casado con una venezolana y era profesor de la Unellez en Guanare. Estudiaba en LSU para obtener un doctorado en peces. Aparte de ser muy inteligente, era un terrible jugador de tenis, al igual que yo, y además tenía varios proyectos interesantes, como por ejemplo cultivar los crawfish en Venezuela.

Quedaban pocos días para mi partida definitiva. El último domingo que pasé en el campus hice un paseo a pie. Recorrí la calle Highland y todas las pequeñas veredas que se internan entre los corpulentos árboles de roble donde juegan las ardillas. Hacía bastante frío, pues ya era invierno. Aproveché para despedirme de algunos amigos. Pasé por todos los edificios, lagos, campos deportivos, residencias y facultades para dar una última mirada de aquel lugar en donde había vivido tantos años y llevarme esos recuerdos en mi corazón.  

 


Finalmente, hice las últimas compras de cosas que no iba a tener en Venezuela. Estudie bastante días y noches para prepararme bien. Sin embargo, muchos recomiendan, para descansar el cerebro, no estudiar ni hacer nada en la víspera y esto fue lo que hice. La noche anterior al examen final fui al cine para ver una película. En la noche me acosté temprano, puse un cd del cascanueces y apenas escuché la obertura, pues me quedé dormido.

Llegó el gran día en el cual se presenta el examen final de PhD. Este era un acto formal, donde debía ir con plató y corbata. Este fue un evento muy exigente, con la presencia de un jurado formado por cinco profesores. Durante unas cuatro horas se pasearon por la matemática y me sometieron a todo tipo de preguntas. Me defendí muy bien. Después me retiré a mi cubículo a esperar el resultado. En media hora, Robert Perlis tocó a la puerta, después de abrirle algo atemorizado, me miró a la cara, estrechó mi mano y dijo simplemente tres palabras que se quedaron grabadas en mi mente:

-Congratulations Doctor Rivero.

 Con esto termina mi relato.

miércoles, 24 de enero de 2024

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA. Parte 7.

 

Epilogo.

Al regresar a Venezuela en diciembre de 1987, me propuse seriamente trabajar en una línea de investigación sobre cuerpos finitos. Sin embargo, mis intereses sobre la matemática cambiaron bastante. En primer lugar, era difícil conseguir estudiantes de postgrado interesados en Algebra. Así pues, estuve trabajando solo un par de años, cumpliendo funciones burocráticas en la Universidad. En los años siguientes, dirigí cuatro tesis de maestría una tesis de pregrado en Teoría de Números.

Debo decir que para bien o para mal, mi dedicación por la pintura significó un gran desvió de las matemáticas. Era una pasión que llevaba muy adentro desde niño, que estuvo reprimida durante mis cinco años de doctorado y que ahora brotaba con bastante fuerza y energía, como un volcán. Pintaba bastante los bellos paisajes de los Andes Venezolanos y esto me llenaba mucho pues me podía comunicar con la gente a través del arte.  Hice varias exposiciones individuales.

Posteriormente, preocupado por la mala formación matemática de los jóvenes, comencé a dedicarme a la educación matemática a nivel de pregrado. Hacer estas cosas tan triviales en un Departamento de matemáticas puras es muy mal visto por los colegas. Me interesaban   los problemas de la docencia, la didáctica y otras cosas. Por supuesto que la comunidad de matemáticos investigadores veía esto como algo inapropiado para un PhD y fuera de lugar. Escribí algunos libros como el Algebra, Introducción a la Teoría de Números, Estructuras Algebraicas,   y otros. Mis libros han sido bien acogidos por la comunidad y quizás tengo el record de tener los libros más pirateados en Internet.

Desde hace unos años mis libros de Álgebra abstracta y Teoría de números, descansan en un armario cerrado con llave. Son los testigos de un pasado que no volverá. Los tiempos ahora han cambiado y trabajo en el área de informática. Comencé desarrollando páginas web sobre matemáticas, que fueron premiadas por la Universidad de los Andes en varias ocasiones. También estudie algo de geometría computacional, un área básica para la robótica y la inteligencia artificial. Dicté dos cursos en los T forma. Últimamente, al no disponer de una pensión de jubilación, trabajo en línea con mi hija en su empresa de venta de software. He aprendido el manejo de Wordpress para páginas web, soy desarrollador de contenido y SEO de algunas empresas.

Panorama desolador.

  Antes de culminar este relato, quisiera hacer una breve digresión, que considero necesaria. Ahora me traslado hasta el presente en el año 2024 en que escribo, para hacer una evaluación del camino que hemos transitado y los logros alcanzados. Siempre he creído que el mayor tesoro de un país no son sus recursos naturales, si no su capital humano. Venezuela en general, y la Facultad de Ciencias de la ULA en particular, pudo formar un personal académico de alta calidad, gracias al esfuerzo de unos hombres y mujeres que se prepararon en todos los campos del saber. En los años 90 la Universidad de los Andes vivió su época de oro, cuando regresaron muchos becarios del exterior que culminaron sus estudios de postgrado. En aquel entonces se desarrolló mucha actividad de investigación. La Universidad manejaba gran cantidad de recursos para fortalecer la biblioteca, los viajes de estudio de los investigadores y la dotación de los laboratorios. Se abrieron muchos postgrados, con lo cual los profesores no necesitaban viajar al exterior para formarse. También se celebraban congresos y eventos a nivel internacional. En fin, parecía que vivíamos en otra dimensión y estábamos a punto de alcanzar el mismo nivel académico y científico que las mejores universidades del mundo.



Sin embargo, todo ese progreso se vino al suelo, de manera casi repentina. En poco tiempo se dio un retroceso de años. En el caso de la Facultad de Ciencias de Mérida, durante la pandemia de 2019-20 las instalaciones fueron prácticamente abandonadas y dejadas a merced del hampa para que hiciera de las suyas.  He visto con mis propios ojos, todo el daño. Los ladrones se llevaron todas las computadoras, cables de luz, las puertas. los equipos de laboratorio, los cauchos de los vehículos, y los libros de la biblioteca.  Hoy en día vemos con preocupación cómo todo ese esfuerzo de años de trabajo se ha venido abajo, por los malos gobiernos y la indiferencia de la sociedad. Una gran cantidad de científicos ha emigrado a otros países. Los salarios de los profesores son una miseria. La Universidad venezolana está prácticamente en ruinas, sin profesores, casi sin estudiantes y con unas instalaciones deplorables.

Todo esto era impensable hace cuarenta años. Los cambios que vemos son increíbles. Abro los ojos para ver si estoy despierto o todo esto es un sueño. La realidad es un  cuento de hadas al revés, como en el Cascanueces, donde algún hechicero  nos hace vivir esta pesadilla, donde el Rey de los ratones nos invade a todos.

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA.

 Un pequeño relato en cinco partes. Por Francisco Rivero Mendoza. Son aproximadamente: 10.000 palabras. Tiempo de lectura: 2 horas. Toda...