lunes, 3 de noviembre de 2025

Expediente abierto. Capítulo XIX.

 

En casa de Locus. La persecución.

El profesor Fer condujo su viejo Renault 1974 por las estrechas calles de la periferia de la ciudad y se internó en un viejo barrio al borde de un barranco. Un lugar poco seguro de mala reputación, escondite de ladrones, malandros, vendedores de droga y toda clase de individuos de mala vida. Vivían también alli unas pocas familias humildes, fundadores del barrio. En algunas de estas viviendas funcionaban pensiones baratas de estudiantes de bajos recursos. Se estacionó enfrente de una casa de paredes altas cuya construcción mostraba varios tipos de arreglos hechos de manera improvisada. Dos niños como de ocho años con con pantalones cortos y las rodillas llenas de raspones y las piernas con cicatrices, se le acercaron para cuidar el carro. El Profesor les dio un medio a cada uno. Preguntó a los niños por la ubicación de la casa de Locus y se miraron entre ellos negándose a contestar. Pensó que hubiese sido mejor venir acompañado de algún conocido que pudiese ayudarlo con la búsqueda. Por suerte, una señora del barrio se ofreció a llevarlo. Primero lo hizo caminar por unos pasajes internos muy estrechos. En el trayecto algo errático doblaron varias veces de la izquierda a derecha, en algunas esquinas difíciles de memorizar. Luego llegaron a un callejón sin salida y la mujer le señalo hacia la acera de enfrente y dijo que allí se hospedaba Locus.

Era un construcción bizarra de techos de platabanda a medio terminar y algunos pisos que se amontonaban unos encima de otros de forma irregular. Desde el hueco de una ventana se asomó una señora despeinada y llamó a ritos a una niña que estaba jugando pelota en la calle. La parte de abajo había tres locales comerciales pequeños, donde funcionaba una bodeguita, una peluquería y un taller de reparación de motocicletas. Entre estos locales, una pequeña puerta de hierro que era la entrada a un pasillo muy corto y luego arrancaba una escalera de peldaños de cemento gris para subir a los pisos superiores. Fer no se detuvo a esperar y de una vez penetro en aquel laberinto oscuro de subidas que terminaban en pasillos oscuros sin ventanas en donde el aire era irrespirable.

Tocó en una puerta y una joven se asomó y le dio indicaciones.

  • Donde vea una pared roja toque allí. Esa es la habitación de Locus.

El profesor toco la puerta con los nudillos y después de un par de minutos salió una señora mayor con un delantal blanco que casi se arrastraba por el piso y lo atendió en el umbral. Le dijo que era un profesor y quería ver a Locus para tratar un asunto muy serio. La señora volvió a entrar a continuar con sus labores en la cocina. Luego salieron de la penumbra tres bachilleres. Fer los reconoció en el acto, eran los tres jovenes que había visto en la Calle 2 comprando unas ollas.

  • Pase adelante ¿Que se le ofrece?. Locus esta ocupado pero podemos atenderle – Dijeron al unisono mientras hicieron una especie de reverencia moviendo sus brazos en semicírculo.

En la sala servía que de dormitorio, había cuatro camas pequeñas, casi pegadas unas de otras. Encima de los colchones se apilaban toda clase objetos como sabanas, ropa sucia, libros, algunos diarios y revistas. Un bachiller despejó una de las camas y obligó a Fer a sentarse en ella, en posición algo incómoda, de través con la espalda recostada a la pared y los pies en el aire.

Locus lo atendió después de media hora de espera. Su oficina estaba en la puerta lateral de aquel pequeño apartamento. Entró acompañado de una joven que lo tomaba del brazo, en un recinto oscuro con una sola ventana cubierta con una cortina de flores. El calor allí era sofocante y el olor a fritanga que venía de la cocina dificultaba la respiración. Fer quedo sorprendido por el tamaño de aquella oficina privada, mucho más grande que el resto de la vivienda. Sentado en una silla giratoria enfrente de una gran mesa que ocupaba la mitad del espacio estaba Locus, revisando algunos documentos. Adosados a la pared del fondo se veían algunos estantes llenos de papeles y rollos de pergamino con sellos de la Universidad.

Después de saludar con extrema cortesía, el profesor Fer fingió que solicitaba una constancia de trabajo, para entrar en conversación con Locus, sin exponer su situación.

-Que tipo de constancia requiere usted, ¿Como profesor o empleado ?

Antes de responder se quedó pensando un rato, luego cambio de tema y le preguntó directamente sin mediar una introducción.

  • ¿Usted tiene muchas influencias en la Universidad?

-Claro, Conozco a mucha gente importante - Respondió satisfecho de aquella pregunta, con el pecho inflado después de tomar aire, dándose ínfulas de gran señor- tengo acceso a casi todas las oficinas de la administración donde me conocen. Recibo invitaciones personales a fiestas de las autoridades. Puedo revisar los archivos de títulos y registros de notas, que son casi secretos para todo el mundo; archivos de los contratos y ascensos del personal, en donde ni siquiera los profesores ordinarios tienen acceso. Conozco bien los procedimientos y los reglamentos.

-Quiere decir que puede falsificar documentos- exclamo Fer en tono exaltado y alzando la voz. Eso es lo que yo deduzco en este momento de sus actividades secretas. ¿No le parece que va en contra de la ley actuando de esa manera y que en algún momento la justicia le hará pagar por ese delito?

-No. Yo no cometo hechos ilícitos- respondió Locus en voz baja y serena en un tono conciliador para tranquilizar a su interlocutor. Siempre me cuido, caminando del lado de la ley sin traspasar la linea roja. Soy un hombre honrado. Un pobre estudiante que quiere graduarse para servir al país como como cualquier ciudadano honesto. Usted no me ha entendido. Yo tengo poder suficiente para lograr que ciertos funcionarios hagan las cosas ilícitas , como usted las llama. Ellos hacen los procedimientos administrativos por mí. Yo solo soy un agente intermediario que tramito solicitudes de personas que acuden a mi para solucionar algún problema.

-Pero no acepto todas las solicitudes que me hacen- agregó luego subiendo la voz. He rechazado muchos intento de fraude por parte de gente inescrupulosa, que quiere aprovecharse de la universidad para obtener un titulo falso y ganar dinero. Siempre ayudamos a los pobres y oprimidos victimas de un sistema injusto que los discrimina. Por ejemplo, una humilde mujer estudiante de enfermería llevaba años estancada en sus estudios y no podía obtener el titulo para trabajar. Tenía dos hijos que debía mantener y el marido había muerto. El profesor de una materia, le agarró ojeriza y siempre la aplazaba. Había repetido el mismo curso 18 veces, estudiaba bastante, pero no había forma de aprobar. Nosotros nos encargamos de su caso, se habló con el profesor para que cambiara pero fue imposible. Usamos otros métodos más directo como presionándolo un poco, con hacer publico algunas manchas en su hoja de vida y sus credenciales que eran bastante mediocres. Descubrimos que el tipo era un pirata, como nos fue confesado más tarde por algunos de sus colegas, y aplazaba muchos estudiantes para tener fama de estricto. Pero luego amenazó con formar un escándalo que nos iba a perjudicar a todos y desistimos de emplear aquellos métodos. Finalmente logramos que obtuviera la calificación mínima para aprobar la materia la materia con un régimen especial.

-Vaya, eso me impresiona mucho- dijo Fer sonriendo de manera forzada y con cierta ironía agregó- He escuchado muchas historias, como esa que me acaba de contar, de profesores corruptos. También se que hay mafias que controlan las constancias de títulos y las notas. Pero eso no es lo más importante de sus palabras. Quiere decir entonces que su radio de influencias es ilimitado. Según parece usted tiene más poder que el mismo rector y el Consejo universitario. ¿Cierto?

-El Consejo universitario no es la máxima autoridad. Hay otro órgano directivo por encima, que la gente del común desconoce.

-¿Como dice? - Interrogó Fer, moviendo su cuerpo hacia delante y agarrando con sus manos el borde la mesa para no perder el equilibrio. Por favor explíqueme eso.

Locus tardó como medio minuto en responder, mientras se acomodaba en su asiento, cambiando de lado, encendió un cigarrillo, le dio una buena chupada y lanzó hacia una pequeña ventana por donde entraba una brisa de aire fresco y luego lanzó una fumarola de humo blanco. Miró hacia un lado y torciendo los ojos hacia arriba comenzó a hablar pausadamente.

-Profesor, le voy a comentar algo a usted que es un secreto, pero se lo digo porque me ha caído muy bien y veo que es una persona seria. Espero que nuestra amistad se fortalezca y pueda tenerlo entre mis clientes. Comenzaré diciendo que el Consejo universitario es un organismo carente de poder, y no lleva las riendas de la institución aunque parezca lo contrario. Existe por encima de él otra institución casi secreta con poder absoluto: el Gran Consejo. Lo formamos cuatro miembros. Yo formo parate del gran consejo, junto con un representante del sindicato de empleados y el señor Rector.

-Debo decir que dudo de la veracidad de sus palabras. En una ciudad tan pequeña como esta, donde el chisme corre por las calles como el agua, ya eso se hubiese sabido. Sería un secreto muy bien guardado. Creo que esto es un invento de su imaginación. Además, me ha nombrado solo a tres personas- interrumpió Fer- ¿ Quien es el cuarto miembro de ese consejo?

-El cuarto miembro es el Gobernador del estado. Además debo decir que para mantener el secreto nos reunimos mensualmente en sitios alejados y discretos, como casas de campo en la montaña de gente importante o fincas en la tierra llana. Allí nos reunimos y discutimos los asuntos administrativo. Formamos un pequeño grupo y el trato es muy cordial.

  • Sigo sin entender. Pienso que se está burlando de mí con esas historias para hacerme creer que es muy poderoso. Soy incrédulo.

    En el momento de decir esto se levantó del asiento y después se colocó la chaqueta para salir.

-Veo que usted es un incrédulo y por eso tiene problemas- respondió Locus, torciendo los labios en una mueca de desprecio. Y luego añadió

-Por cierto ¿ Cómo sigue lo de su expediente?


Fer salió algo perturbado de aquella reunión. Ciertamente, Locus era un gran pillo y estafador de primera linea que le producía repugnancia y asco. Pero el pillo sabía algo y su ayuda podría ser beneficiosa. Le preocupaba el giro que había tomado todo el asunto, en donde supuestamente estaba a punto de ser sancionado por una equivocación o malentendido, relacionando su nombre con el Profesor Alido. Ahora su futuro estaba en manos de funcionarios inescrupulosos, profesores enemigos y abogados incapaces y debía estar alerta y preparase para defenderse en todas las instancias. Según le contó Locus, la apertura de expediente es un proceso complejo y largo que puede durar meses o incluso años. Para incoar el expediente se nombra una comisión del Consejo de la facultad que maneja el caso, aportando las pruebas. Pero los procedimientos se complican con la intervención de otros entes, como el Consejo Jurídico asesor, un grupo de abogados expertos en los reglamentos, cuyas opiniones son respetadas.

Salió a la calle y comenzó a buscar su carro deambulando entre callejones. A veces se perdía, retrocedía y pasaba dos veces por el mismo sitio como en un laberinto. Finalmente lo encontró y los chicuelos le querían cobrar otro real por haberse pasado de tempo. Después de negociar con ellos, partió enseguida. Al momento vio por el espejo retrovisor como lo perseguía un carro negro de la Policía Judicial. Eran los tres tipos del Restaurante Napolitano, que ahora lo perseguían. Aceleró la marcha para deshacerse de ellos. En una calle chocó contra unos contenedores de basura y dañó la carrocería. Un poco más adelante, dio un giro en u en una calle doble vía, pero todo fue inutil. Fer recordó entonces haber visto una película famosa de 1968 llamada Bullitt, de persecuciones en las calles de Los Angeles. Steve McQueen manejaba un Mustang GT, fastback a toda velocidad perseguido por un Shelby Cobra con motor de 5.2 litros o la cosa era al revés. Esto le dio animo y trato de recordar algunos trucos. La persecución continuo por calles y avenidas de Tunyah, hasta que los tres sapos se detuvieron en un café. Despues de vagar por la ciudad sin rumbo fijo, Fer entró en el garaje del Apolo 11. El mecánico ya era conocido, lo mando a pasar y luego empezó a reparar su auto.

Expediente abierto. Ultimo capítulo.

 

Pizzas y cerveza. El Aquelarre.

Al siguiente día Fer invitó a Gaty a cenar. El la buscó en su residencia de la calle 33. No sé exactamente qué sucedió en el trayecto, pero luego ambos fueron a parar a una pizzería enfrente de una pequeña plaza al norte de la ciudad.

-Las pizzas son bastante buenas y además, los precios son accesibles- Pensó Fer.

Antes de entrar al lugar dieron una vuelta alrededor de la Plaza. La luna llena se ocultaba un poco entre la neblina. Una luz muy tenue se filtraba entre los negros arboles con sus barbas de palo colgando de las ramas creando todo ello un efecto lúgrubre y fantasmagórico de cuento de hadas. En una de las esquinas el campanario de una iglesia mostraba la hora en el reloj. Eran las ocho de la noche. Del cielo cae la lluvia y moja la ciudad. En el pavimento húmedo se reflejaban las luces de los distintos restaurantes, cafetines y posadas cuyas puertas abiertas esperaban por los clientes. Alrededor del perímetro de la plaza se alineaban algunas casas viejas de aspecto colonial, con ventanas de balaustre y tejados que remataban en pesados aleros. Todo el conjunto tenía ese sabor inconfundible de pueblito andino, que tanto gusta a los turistas de la capital. Unas parejas de jóvenes enamorados se abrasaban con pasión ocultándose detrás de unos setos de cayena. Ella vestida con falda blanca, blusa de polyester azul y ruana multicolor y el hombre con una chaqueta negra de cuero y pantalones blue jeans.

Una Plaza. Francisco Rivero. 2025.


La pizzería está ubicada en un caserón muy antiguo y su dueño es un señor de aspecto bonachón que siempre sonríe. No recuerdo su nombre, pero el siempre nos saluda con cariño. En cada una de las estancias hay mesas con sillas de cuero en donde se disfruta de una ambiente tan agradable y acogedor, que se siente uno como en casa. Fer y su amiga Gaty se sentaron y en ese instante, por casualidad, llegaron varios colegas de la Facultad de Ciencias. Gaty estaba encantadora aquella noche, hablaba bastante y su conversación era interesante. Llamaba la atención de todo el grupo por su gracia e inteligencia. Fer permanecía en silencio, la miraba de reojo y se sentía orgulloso de ella. Se arrimaron a la mesa algunos amigos que llegaron de improviso, para hacerles compañía. Entonces se formó un grupo algo grande animado de fumadores empedernidos y cerveceros. Había algún cantante entre ellos y de repente como siempre pasa en Bolivia, apareció un cuatro, nadie sabe de dónde. En toda reunión siempre hay alguien que toca cuatro o lo charrasquea. Así pues nuestros amigos empezaron a cantar algunos valses andinos, como Soy de los Andes, El campo esta florido y Nostalgia Andina.

Fer fue al baño un momento y cuando regresó ya Gaty no estaba. Sus amigos le dijeron que Gaty se había ido con Carlos. Entonces Fer se quedó paralizado un buen rato,con la mirada perdida mientras pensaba en algo. Estaba turbado y tomaba demasiado rápido para emborracharse y olvidar lo que consideraba una afrenta. Afuera llovía mucho y la música aumentaba de volumen. Los bebedores hablaban en voz alta y a veces soltaban sonoras carcajadas. En otra mesa un grupo cantaba a coro desafinado una canción de salsa que narraba la historia de Pedro Navaja. El humo de los cigarrillos formaba una neblina densa de nicotina que impregnaba la ropa. Alguien dejó caer una botella de cerveza al piso y los vidrios se esparcieron por todas partes. Vino un mozo con más cervezas frías. El ruido de las distintas conversaciones era ensordecedor. Sintió que le faltaba el aire. Se levantó de la mesa donde estaba y se dirigió hacia el patio, pero los chorretones de agua que bajaban de las canales se lo impedían. Entonces cambió de plan y decidió arrimarse a otra mesa donde estaban algunos estudiantes charlando animadamente.

-Ah, miren quien esta aquí. Caramba. Que pequeña es esta ciudad! Es el famoso profesor Fer. Venga profe y nos paga una ronda de cervezas. He oído que a usted le van abrir un expediente la próxima semana por un asunto de un plagio. La profesora Nadia Nidia preside la comisión. Usted sabe profe, que ese grupo K no perdona. Ya le pusieron el ojo encima. Que pena Profesor. ¿ Que piensa hacer cuando ya no esté trabajando en la Universidad?

De repebnte Fer bajó la mirada, enmudeció y una gota de sudor bajo por su frente. Sacó unos billetes arrugados del bolsillo de su chaqueta, los colocó sobre la mesa y partió repentinamente sin dar alguna explicación.

Era tarde en la noche muy cerca de la madrugada, cuando un vehículo Renault entró al estacionamiento de la Facultad. El auto se detuvo enfrente del edificio de ladrillos rojos y su tripulante se bajó. Rápidamente atravesó el estacionamiento, descendió hacia el edificio alumbrado por las luces de neón y entró. Luego caminó por un largo pasillo a oscuras, en donde estaban los cubículos de los profesores. Abrió la puerta con la llave y se sentó en el escritorio. Media hora más tarde llegó una comisión de la auditoria y tocaron a su puerta. Fer no les abrió. Saltó por sobre el muro de la ventana que estaba abierta hacia el exterior del edificio. Entonces caminó por la cornisa buscando huir de aquella comisión. Caminó unos cincuenta metros mientras se sostenía con su mano izquierda de los ladrillos salientes, cuidando de no caer al vació Al final de la cornisa estaban dos gemelas de cara redonda y pelo amarillo que se sonreían .

-Deténgase,- gritó uno de los oficiales de auditoría.

Las gemelas no taraba de sonreír y le hacían gestos con las manos para que se aproximara a ellas. En un momento de abandono, Fer se abalanzó sobre ellas , las abrazó y los tres cayeron al vacío. Cayeron lentamente sobre el césped y aterrizaron de pie como en un paracaídas. Fer se sintió muy joven y feliz. Luego caminaron los tres agarrados de la mano por aquel prado de flores. Pero ya nadie podía verlos.

FIN:

lunes, 29 de enero de 2024

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA.

 Un pequeño relato en cinco partes.

Por

Francisco Rivero Mendoza.

Son aproximadamente: 10.000 palabras. Tiempo de lectura: 2 horas.

Todas la fotos son de mi propiedad.

 

La Nostalgia.

  

Cuando uno llega a viejo mira hacia el pasado con nostalgia. Se recuerda entonces con claridad de gran cantidad de personas, lugares y hechos. La Nostalgia es el puente entre el pasado y el futuro que nos permite conocernos a nosotros mismos. Nunca sabremos en verdad quienes somos, hacia donde vamos, ni como nos miran los demás. Gran parte de lo que somos ha quedado plasmado en el pasado. ¿Podemos cambiar el pasado? Por supuesto que no, pero hay que mirar el pasado sin arrepentimientos, de forma positiva y recordar las cosas buenas y malas en su justa medida.

Cada etapa de la vida tiene su propia dinámica. Durante la juventud el hombre compite con los demás en busca de metas heroicas. La competencia, el conflicto y la planificación constituyen la norma, como decía el filósofo Lie Tse. En la vejez, la persona es más débil, pero vive en armonía con su pasado y es más auténtica y fiel a sí misma.

Lo que voy a narrar aquí es una historia de hace cuarenta años, acerca de las aventuras de un matemático venezolano en el país del norte. La acción ocurre en los años 80. La época de oro, cuando gobernaba Ronald Reagan. Si quieren ponerle música a este relato, entonces saquen sus viejos LP y escuchen a Michael Jackson, Billy Joel, Kenny Rogers y Dolly Parton.


 

Año 1982.

 

Era una tarde calurosa del mes de agosto cuando el sol tiñe de amarillo las aguas del Mississippi. Una barcaza llena de contenedores que navegaba lentamente hacia el sur pasó debajo del puente.  Estaba sentado en un banco sobre la orilla leyendo un libro. Pasó frente a mí un pequeño grupo de gente que caminaba con bastante pereza. Un niño se acercó a curiosear.

- ¿Qué clase de libro es ese que no tiene dibujos ni diálogos?

-Es un libro de Algebra conmutativa- le conteste.

Entonces era tanto el sopor de aquella tarde que me quedé dormido y empecé a soñar….

 


Salí de beca para realizar un postgrado en la Universidad del Estado de Luisiana. Después de pasar unos días en Maracay mi familia me acompaño hasta el aeropuerto de Maiquetía. Allí nos despedimos entre besos, lagrima y abrazos. Partía hacia otro país desconocido a enfrentarme a otra cultura, otro idioma y otro grupo de personas. Hay momentos en la vida que debemos hacer cosas impulsados por el deber, como parte de una institución, aun con muy poco entusiasmo, en contra de nuestra voluntad. Sentía que me movía arrastrado por las circunstancias. No me gustaba lo que estaba haciendo, pero la presión social que me impulsaba hacia las metas establecidas por la Universidad, era más fuerte que yo mismo.

El vuelo desde Caracas a New Orleans en la compañía Continental Airlines, hizo una breve escala en Maracaibo para recoger algunos pasajeros. Casi todos eran gente de las empresas petroleras que regresaban a su país. Me pude enterar que ganaban sueldos fabulosos. Inmediatamente empezaron todos a reír y festejar como si fuesen amigos. Aquel grupo bromeaba y chateaba sin cesar, mientras bebían.  En el avión se vendían muchas bebidas alcohólicas. Como yo era el único pasajero con cara de tristeza, un chicano me brindó un par de cervezas para levantar mi ánimo.  Llegué a Nueva Orleans a mediado de la tarde, esperé un rato y luego tomé otro avión que me llevó en pocos minutos a Baton Rouge. Mirando por la ventanilla del avión pude ver un paisaje totalmente verde cubierto de árboles frondosos que se apretaban los unos contra los otros, ocultando las casas y las vías de comunicación.  El avión aterrizo bruscamente y nos bajamos en un pequeño salón de llegada. Era un día domingo en plena temporada de verano. El calor era sofocante y las personas usaban shorts y sandalias. Yo vestía como para ir a Chicago con una chaqueta de lana y me sentía algo ridículo y fuera de lugar. Desde allí, tomé un taxi, de color negro y destartalado y pasé directo a la Universidad.  

Un amigo de mi hermana Marilyn, de nombre Alí Banavides, me recogió en el hotel. Al día siguiente de llegar me invitó a desayunar en un restaurante de panquecas (International Pankcake House). Estaba muy contento de haber terminado sus estudios y poder regresar a su tierra. Él era un tipo afable y muy bromista como buen maracayero.

-Como me reconociste- le pregunté.

-Eras el único que venias con una chaqueta puesta con semejante calor, me dijo bromeando.

Alí terminó una maestría en veterinaria y apenas regresar al país, se reincorpora a la Facultad de Ciencias veterinarias de la UCV. Esta noticia de irse tan pronto me puso algo triste pues a la semana de haberlo conocido, pensé que ya no nos veríamos más nunca. Después de regresar trabajó como administrador de una hacienda de la Universidad en San Felipe. Viajaba casi diariamente para cumplir con sus obligaciones. Un día que regresaba a Maracay, después del trabajo, perdió la vida  en un accidente de tránsito.

En el Campus

            Estuve durante tres días en el hotel durante los cuáles compartí con otros venezolanos recién llegados como yo. Al momento me di cuenta que no hablaban nada de inglés. Eran muchachos bastante jóvenes que venían becados por la Fundación Ayacucho a estudiar en un college de agricultura. También estaban algunas jóvenes que venía por cuenta propia a tantear el ambiente y estudiar lo que fuera. Ya no me sentía tan solo y empecé a disfrutar de mis estadías como cualquier turista. Con mi inglés recortado pude defenderme para comunicarme con la gente y ellos me tomaron como el jefe del pequeño grupo. Fuimos a comer y también hicimos un recorrido por   los centros comerciales. Había que comprar ropa, zapatos y artículos de higiene personal.   Era el Hotel Pleasant Hall, situado en el campus, lugar de llegada de todos los estudiantes del curso de inglés.



Salimos en la maña a recorrer el campus de LSU. Caminamos por unas calles rodeadas de grandes árboles de roble cuyas copas daban bastante sombre y frescor. Aquel paisaje de aspecto rural, me hizo recordar los grandes samanes del estado Aragua.  Sobre el agua de los lagos adyacentes sobresalían unos árboles con el tronco sumergido, lo cual le daba un toque bucólico al campus. Las residencias estudiantiles de arquitectura colonial eran hermosas, al igual los perfumados jardines de flores de azalea y magnolias. Había iglesias de las distintas religiones. Católica, Baptista. Metodista, luterana, anglicana, hebrea, etc. También llamaban la atención las casas de fraternidad con sus inscripciones en griego en los frontones triangulares y pórticos sostenidos por blancas columnas. Todo era tan limpio y ordenado que un joven recién llegado de Pariaguán en Venezuela, impresionado por todo aquello, exclamó.

-Coño Francisco, esta vaina si es limpia. Aquí no se consigue uno ni un mojón de perro en las calles….

La comunidad de estudiantes latinos era bastante importante. Conocimos más venezolanos, mejicanos, guatemaltecos y panameños, empezamos a hacer amigos y nos enteramos de muchas cosas. Por ejemplo, había 250 estudiantes venezolanos matriculados allí, casi todos en cursos de pregrado y becados por la FGMA (Fundación Gran Mariscal de Ayacucho), un programa de becas muy ambicioso lanzado por el presiente Carlos Andrés Pérez. Uno de ellos tocaba cuatro muy bien y enseguida empezamos a cantar a coro la canción Fiesta en el Orza. Otras colonias importantes de estudiantes internacionales eran los iraníes, los malasios y los de Túnez.

En el Kirby Smith.

Antes de ingresar a la escuela de graduados, debía pasar por una academia de inglés, que formaba parte de la Universidad. En este instituto se ofrecía un programa para dominar el inglés, en el caso de los estudiantes extranjeros, llamado English Language and Orientation Program (ELOP). Después de tomar un examen de exploración me colocaron en el quinto nivel.



De esta manera me inscribe allí para un curso de un semestre. Al final de dicho curso se presentaba el examen de suficiencia en Ingles llamado TOEFL (Test of English as a Foreign language).

Viví durante esos cuatro meses en una residencia llamada Kirby Smith, la cual era un edificio de trece pisos. El Kirby era el edificio más alto del campus, estaba muy cerca de la cafetería y contaba con un gran estacionamiento. En el lobby habían mesas de pool y de ping pong. En las noches acostumbraba jugar con otros residentes varias partidas de bowling en las canchas del Union Student Center. El ambiente era agradable y de una vida social muy activa. Contábamos con baño privado, teléfono, un escritorio y televisión.  Compartí una habitación con un joven japonés. Esto me sirvió para mejorar mi inglés, pues el room mate no hablaba español. Era una residencia para varones, pero fue declarada Open House y podían entrar las damas a visitarnos. El japonés invitaba todas las noches a sus amigas orientales y jugábamos a las cartas el juego de UNO. Eran unas chicas muy simpáticas que siempre reían por cualquier cosa.

El curso de inglés fue bastante intensivo. Teníamos clases de lunes a viernes 8 horas diarias, desde las 7 de la mañana hasta las cinco de la tarde.  Tuve que adaptarme a esta vida de estudiante novato, después de haber sido profesor, y andar con un back pack en la espalda lleno de libros de gramática y diccionarios. Había una materia llamada Reading en donde nos hacías leer libros completos. Así pues, tuvimos que desarrollar nuestro gusto por la lectura y entrarle a tres novelas de autores anglosajones Como Farenheit 451 de Ray Bradbury, El Hombre invisible de H.G. Wells y The Red Pony de John Steinbeck. Tuve la suerte de compartir con muchas personas de otros países con los cuales hice buenas amistades.



Una profesora del área de speech, muy simpática nos dio un sabio consejo para aprender el idioma.

-Hablen con todo el mundo en la calle, aunque se sientan ridículos y se rían de ustedes. Total, cuando se marchen de aquí nadie los va a recordar.

Después de dos semanas de iniciar el curso me di cuenta que me estaba quedando sordo. Era un problema que traía desde Venezuela, pero no le había dado mucha importancia. Sin embargo, para aprender un idioma hay que tener buen oído. Tuve que ir a un especialista y me diagnostico Otosclerosis, una enfermedad del oído medio que avanzaba con los años hasta quedar completamente sordo. El problema era la cadena de huesecillos que estaba perdiendo movimiento. Por lo tanto, me hicieron un aparato para mejorar la adición el cual fue de gran ayuda. Más tarde tuve que operarme para poder resolver el problema.

Los preparativos.

Cuando llegó el mes de diciembre comencé a hacer los preparativos para recibir a mi familia que llegaría pronto. Había traído 7200 $ desde Venezuela para los gastos de instalación, lo cual era más que suficiente.

En primer lugar, compré un carro usado, pero en buenas condiciones. Un Ford Fairmont modelo 1978 de dos puertas que me costó 3200 $. Me gustaban los carros japoneses, pero   eran chiquitos y muy caros. Comprar un carro en USA es tan fácil como comprarse una camisa. El vendedor me dio el título y lo firmó por detrás.  Tenía placa de Luisiana con el lema del estado Louisiana a dream State. Lo que más me gustaba era que al ser deportivo y de dos puertas, Francisco José iba a ir muy seguro en el asiento de atrás. Los niños tremendos les gusta abrir las puertas de los carros.  

También arrendé un apartamento en las afueras del campus. Era un complejo de estudiantes bastante cercano en un lugar llamado Tigerland. Tenía una piscina enfrente de la casa. El autobús de la universidad lo tomaba muy cerca también. Compré todos los implementos de cocina, las camas, sábanas…etc. Mi beca era de 2500 $ mensuales y podía pagar todas esas cosas. Así pues, cuando mi esposa llegó junto con mi hijo Francisco José de cinco años y un sobrino de ella que la acompañaba se instalaron cómodamente. Fue el primer diciembre que pasamos en los Estados Unidos. Todo parecía indicar que íbamos a tener una estadía feliz en el país del norte. Sin embargo……


 

domingo, 28 de enero de 2024

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA. Parte 2.

 

Año 1983.

 

El año lo comencé muy bien desde el punto de vista académico, pues aprobé el examen de TOEFL con buena nota (550 puntos) y pude ingresar a la escuela de graduados.

Cuestiones académicas.

 

La Universidad de los Andes me otorgó una beca de tres años para realizar estudios doctorales en el exterior. El contrato incluía un curso de un semestre de inglés antes de iniciar el postgrado. De acuerdo al contrato no debería pasarme de tiempo. Caso contrario había que solicitar una prórroga al departamento, la cual debería estar muy bien justificada. Estos planes de beca tuve que cambiarlos, pues la realidad me obligó a ello.

Recuerdo que, en mi primer día en el Departamento de matemáticas, tuve una larga entrevista con el Profesor Niels Stoltfuss coordinador del Postgrado. La idea era ponerlo en conocimiento de mi bagaje matemático y planificar mi plan de estudios de doctorado. Fue una charla bastante agradable e intensa de intercambio de opiniones e ideas. Le dije que yo había obtenido el título de magister en Mérida y mis planes eran continuar para el Doctorado. Le explique acerca de mis estudios, las materias cursadas en las áreas de Análisis Real, Topología y Algebra, y los libros con los que había trabajado, que eran los mismos que ellos usaban. El hombre quedó satisfecho con mi nivel de conocimientos. Era lógico que, al tener una buena formación, debería iniciar directamente un programa de doctorado de unos tres años de duración.  Pensaba que ya tenía los conocimientos básicos de Algebra, tomar los exámenes de calificación y luego empezar a trabajar directamente en una investigación para desarrollar una tesis.



Sin embargo, ellos me recomendaron casi de manera obligatoria, sin darme otra opción, de hacer primero la maestría de dos años en LSU y luego presentar los exámenes de calificación para el doctorado. En cualquier universidad americana, lo establecido para realizar un PhD. D son cinco años: Dos años para obtener el Master y tres años para continuar con el doctorado. En los países europeos el plan de doctorado es menos formal, pues se orienta más hacia la investigación y el aspirante puede realizarlo en un máximo de tres años, pues no debe tomar tantos cursos de formación general.

Su recomendación se apoyaba en argumentos de tipo cultural como por ejemplo dominar bien el inglés, enseñar y prepararme mejor para los exámenes de calificación. En consecuencia, mis estudios doctorales se alargaban bastante. Tuve que hacer lo que ellos me dijeron, obtener primero un Master en Ciencias, luego el PhD D, para lo cual debí que permanecer cinco años en aquel lugar. Debo confesar que esta decisión tuvo sus cosas buenas y malas. Por un lado, aprendí bastante matemática, pero quedé agotado por el esfuerzo de tanto trabajo.

Lockett Hall.

 

Tome tres cursos en el semestre Spring que fueron Algebra abstracta, Análisis Real e inglés (Gramática). El Departamento de matemáticas de LSU estaba ubicado en el edificio Lockett Hall y en el tercer piso recibíamos las clases de Postgrado. El staff de profesores era de buen nivel, con un buen porcentaje en el área de Algebra. Tuve la suerte de asistir a sus cursos y aprender muchas cosas interesantes. Recuerdo a Pierre Conner Profesor Emeritus, el de mayor categoría, investigador de Topología Algebraica. También había algunos profesores latinos como Alberto Nobile un argentino que trabaja en K teoría algebraica, Guillermo Ferreira otro argentino especialista en Análisis y Jorge Morales un joven boliviano que obtuvo un doctorado en París. Con todos ellos compartí mucho y nos hicimos buenos amigos.

 

El profesor Robert Perlis era el jefe del Departamento, quien más tarde sería también mi tutor de tesis. Perlis es especialista en Algebra y Teoría de números con un doctorado en el MIT. Al entrar en su cubículo nos recibía un enorme perro de raza Huskie, que se sentaba bajo su escritorio. Mientras escribía un teorema en su pizarra le pregunté si su perro era bravo y me dijo.

-          El solo te va a morder si te equivocas en una demostración.

Perlis era bastante comunicativo y quería saber muchas cosas sobre la América del sur. Fue una persona de gran ayuda que se mostraba interesado en mi desempeño y comprendía muy bien la situación de los estudiantes de postgrado. Recuerdo que, a manera de bienvenida en el primer año, nos hizo una invitación para su casa y compartimos con su familia en una cena del día de Acción de Gracias. Ese día me recomendó el libro más importante de todos:  The River Road Recipes. Un libro grandioso con recetas de Luisiana que me ha acompañado toda la vida.

Tuve un buen rendimiento ese semestre y saqué una calificación de A en todos los cursos.

El viernes negro.

Pero debo contar que todo no fue color de rosa. Ese fatídico año de 1983 fue uno de los peores que he pasado en mi vida y estuve a punto, bastante cerca, de abandonar todo y regresar a Venezuela, por culpa de todos los inconvenientes que tuve que sortear.

            Una tarde fría caminaba de prisa por el campus. Era viernes y estaba feliz, pues los fines de semana siempre eran prometedores para reuniones familiares, fiestas y parrillas con los amigos.  Yo me dirigía a mis clases, cuando presencié un insólito incidente. Me encontré con un grupo de venezolanos que lloraban desconsolados, lanzaban quejidos y se abrazaban los unos a los otros en estado de conmoción, como cuando ocurre una tragedia.  Una joven se me acercó y me abrazó. Recuerdo hasta el color de su blusa. La razón de aquella gente desesperada era el conocimiento de una amarga noticia: aquel día viernes de febrero de 1983 se devaluó la moneda en Venezuela. La noticia se regó por el campus como pólvora. Muchos no creían que era cierto y llamaban a Venezuela a sus familiares para verificar la información. En un abrir y cerrar de ojos, sus depósitos bancarios quedaron reducidos a la mitad. Ocurrió el famoso viernes negro, durante el gobierno de Herrera Campins cuando el Bolívar que había sido una moneda fuerte y estable durante casi cuarenta años, se devaluó pasando de 4.30 Bs por dólar a 7.50 Bs. por dólar.



            Esto nos afectó a todos los venezolanos y de manera inmediata se produjo una retirada de casi todos ellos hacia Venezuela. Así pues, entre lágrimas y suspiros, se fueron en estampida los jóvenes criollos en LSU, que soñaban con estudiar en los Estados Unidos, pues ahora con la devaluación no podían sufragar sus gastos en ese país. En mi caso particular, las remesas que recibía de la ULA, quedaron suspendidas por cinco meses. Hubo que esperar todo ese tiempo pues el gobierno implemento un control de cambio (RECADI), que complicaba los trámites para obtener los dólares.

Semestre más negro.

Yo creo que Dios nos puso a prueba para forjar nuestro carácter, hacernos más resistentes frente a las adversidades de la vida y dejarnos algunas enseñanzas. Fueron pruebas de fuego que pudimos superar con mucha paciencia y fe en el porvenir. El viernes negro me agarró sin plata en los bolsillos. No quise trabajar repartiendo pizzas o cocinando para no abandonar los estudios. Tuve que pedir dinero prestado a mucha gente para poder sobrevivir. Agradezco a todas la personas que mostraron su solidaridad conmigo y nos prestaron dinero, entre ellos  Marcos Navarro, Agustín García, mi primo Luis Mendoza, la Universidad de Lousiana y otros.         

Muchas veces recortábamos las ofertas del diario del domingo para comprar en el supermercado Winn Dixie algunas caraotas negras y pan de sándwich. Un día Nancy que estaba embarazada de dos meses tuvo una perdida. Otro día comencé a darle clase de manejo, con la mala suerte de que chocó el carro contra una casa. Por suerte el seguro cubrió los daños y no tuvimos que ir a la cárcel. Francisco José no se adaptaba las escuelas y no quería comer nada. A veces durante mis clases me llamaban de urgencia para que fuera a retirarlo, pues el pobre estaba enfermo de amígdalas.

Estaba decidido a marcharme a Venezuela, pero no lo hice púes no tenía dinero para comprar los pasajes. Casi todos los amigos venezolanos se habían marchado. Decidimos que tan pronto como llegara el dinero  de Venezuela iríamos a una agencia de viaje a comprar los tickets para el regreso.

Un paseo después de la tormenta.

Al final de semestre en el mes de mayo fui al cajero a sacar los últimos veinte dólares que quedaban en mi cuenta. En mi estado de cuenta aparecián cuatro mil dólares depositados. Pensé que era un error del cajero automático. Era el ansiado  el dinero. Compramos los pasajes. Recuerdo bien que fui a despedirme a casa de mi amigo panameño Macos Navarro. Él era uno de mis mejores amigos y asistimos juntos al curso de inglés.

-Al fin me llegó la plata Marcos. Vengo a pagarte lo que te debo. Mañana mismo me marcho a Venezuela. Voy a mandar todo al diablo- comencé hablando furioso.

Destapamos unas cuantas cervezas Budweiser que estaban bien frías, fui drenando mi ira poco a poco y creo que lo volví loco con todas mis quejas y tristezas.

Entonces en la conversación me convenció de que era mejor que no me fuera.

-          Si saliste bien en el semestre con notas de A, con todas las dificultades, entonces para que te vas a ir chico. ¿Tú estás loco o que te pasa?

Luego continuo…

-          Debes seguir en el postgrado, pues ya pasaste lo peor. Ten esos pasajes guardados en el bolsillo y si te vuelves a sentir mal, entonces vete.

Seguí el consejo de Marcos.

Al día siguiente planificamos un viaje por el estado para olvidar los tragos amargos, divertirnos un poco y conocer algunas ciudades. Compré una cámara Minolta y comencé una afición por la fotografía que duro muchos años. Todavía tengo en mi biblioteca una buena cantidad de fotos que son de grata recordación. He querido pintar esos paisajes tan bucólicos de Luisiana, para reencontrarme con mi pasado, pero siempre pospongo ese proyecto.



            Salimos temprano con Nancy, Leonardo, Marcos, Francisco José y yo, en el Ford. Tomamos la vía 61 hacia el norte del estado que sigue de cerca el Mississippi. Una carretera estrecha, casi solitaria que atravesaba un paisaje rural   casitas blancas de madera algo envejecidas. Un paisaje que se mostraba decadente y empobrecido. Después de la guerra civil, ganaron los del norte y el sur estuvo olvidado y abandonado por más de 80 años. Pero en general, la atmosfera era muy tranquila y relajante. Marcos hablaba todo el tiempo por el camino, acerca de las novias que había dejado en Panamá. Nos detuvimos en San Francisville para visitar una plantación de nombre Rosedown. Creo que ya la había visto en aquella famosa película Lo que el viento se llevó (Gone with the wind). Una casa de antes de la guerra, Ante bellum home bien conservada con hermosos jardines y blancas columnas. Respiramos el aire fresco con sus jardines de magnolias y azaleas en flor. Estuvimos en Natchez en el estado de Mississippi. Luego continuamos hacia Vicksburg y de allí cruzamos hacia el este para llegar a Jackson, la capital del estado de Mississippi. Al siguiente día regresamos por la autopista 55, hasta Hammod y de allí a Baton Rouge.



Fue un pequeño paseo bastante relajante para mis nervios, que me reconfortó mucho. Disfrutamos del buen clima de la primavera y todo esto me cambió de ánimo. Ahora estaba más optimista. Lo peor había quedado atrás y deseaba continuar con mi vida de estudiante.

Verano.

Para ahorrar los gastos, decidí aplicar para las residencias de estudiantes de posgrado.

Asistí a un curso de inglés creo que fue Composición (como parte de los requerimientos para poder tener derecho a una residencia, debía estar matriculado en algún curso.)  Así pues, en el verano de 1983, nos mudamos a las residencias Edward Gay, ubicadas en pleno campus. Pagaba un alquiler de 360 dólares por un apartamento de tres habitaciones, el cual incluía todos los servicios de agua, electricidad y televisión. Además, no tenía que usar el vehículo para trasladarme a la Universidad. La residencia estaba rodeada de campos de futbol y grandes lotes de estacionamiento.

En las universidades norteamericanas los profesores contratados trabajan 9 meses, desde septiembre hasta mayo. En las vacaciones del verano muchos deben buscar otro empleo para tener una fuente de ingresos. En ocasiones la Universidad tiene un dinero extra y lo reparte entre los jefes de los departamentos para los cursos de verano. El Dr. Perlis siempre me ofrecía la posibilidad de trabajar en el verano, cual fue de gran ayuda, pues, además de ganar un dinero extra, me permitía seguir ocupando las residencias estudiantiles. 



Los cursos de verano de la universidad, era semestres cortos de unos dos meses, con clases todos los días durante dos horas. Se dictaban en las vacaciones en los meses de junio y Julio.

Nunca pude acostumbrarme a los los veranos de Baton Rouge , bastante calurosos y húmedos. Si usted alguna vez ha visitado a Maracaibo, entonces podrá tener una idea. Había que usar pantalones cortos, franelas de algodón y sandalias. El calor era insoportable. Por suerte el aire acondicionado refrescaba bastante en los salones de clases. Los días se alargaban mucho. Francisco José jugaba con sus amigos en los campos aledaños hasta las nueve de la noche.

 

Semestre de Otoño.

 

Llegó el otoño y yo contaba con el poco dinero que me enviaba la universidad. Mi beca se redujo de 2500 dólares a unos 800. Necesitaba tener otros ingresos para poder vivir con tranquilidad.  Por suerte pude salir adelante, con un trabajo de Asistente de Profesor que pagaba 1000 dólares mensuales. Así pues, comencé como evaluador, corrigiendo tareas y exámenes, más tarde era el preparador de las prácticas y en algunos semestres me dieron la responsabilidad de enseñar un curso. La experiencia de TA (Teaching Assistant) fue bastante buena y positiva pues me obligó a perfeccionar mi inglés, interactuar con jóvenes, conocer bien el sistema de enseñanza norteamericano   y pude sostenerme económicamente. Además de ello la Universidad de los Andes se ahorró una buena cantidad de dinero, pues me pagaban la matricula.



En diciembre de ese año me sometí a una operación del oído para solucionar mi problema con la sordera. El seguro cubrió los gastos de la operación en el hospital Our Lady of The Lake. Me hicieron una stapledectomy, una microcirugía para reemplazar la cadena de huesecillos por una prótesis de metal. El médico fue el Dr. Jerry Fourier. Cuando le pregunté si había algún riesgo en aquella operación, me respondió tranquilamente.

-Si por supuesto, tu puedes morir. Toda operación es un riesgo por la anestesia. Además, usted va estar anestesiado mucho tiempo pues se trata una microcirugía.

No pregunté mas nada y le firmé unos papales donde decía que él no se hacía responsable de algún daño cerebral o de otro tipo.

Creo que la cosa fue al revés y tuve un renacimiento, pues mi vida cambió. Estuve tres días inconsciente. Cuando Nancy me fue a visitar al hospital, se asustó mucho al ver un sacerdote cerca de mi cama leyendo una biblia y dándome los últimos sacramentos. Además, estaba vendada mi oreja izquierda como Van Gogh. La operación fue un éxito y por primera vez en mi vida pude escuchar cosas como el canto de los pájaros o el leve ruido que hacen las páginas de un libro al hojearlo. La audición es una bendición de Dios. Tuve una recuperación lenta y algo problemática, pues no podía levantar peso, ni bañarme en piscinas. Como vivíamos en un tercer piso, Nancy debía subir el mercado hasta el apartamento.

Cursos aprobados en 1983.

·         Análisis Real

·         Algebra abstracta.

·         Combinatoria.

·         Topología General.

Inglés 1,2 y 3.

sábado, 27 de enero de 2024

La hora del Crawfish. Las tribulaciones de un matemático en USA. parte 3.

 

Año 1984.

Reflexiones de mi mente.

 

Comenzaré este episodio con unas reflexiones algo serias y profundas, que describen bien mi estado de ánimo en aquellos años.  Para comenzar, debo decir que ya me estaba acostumbrando a la vida de Luisiana. Me sentía a gusto caminando por las calles de la ciudad. Era una sensación indescriptible, que se tiene cuando uno forma parte de un lugar, como si hubiese vivido allí toda su vida, y no sentirse cómo un extraño. Comenzaba a saltar la barrera del idioma y me comunicaba con facilidad.

Recordaba la novela, por quién doblan las campanas de Ernest Hemingway en donde citan las palabras de palabras de John Donne: «La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca hagas preguntar por quién doblan las campanas: doblan por ti».



Sin embargo, siempre quise saber más de las personas y cosas que me rodeaban y con las cuales debía convivir. Impulsado por mi curiosidad me preguntaba ¿quiénes eran esas personas? ¿Cuál era su historia? Quise conocer bien las raíces de aquella comunidad formada por una mezcla de culturas:  anglosajona, francesa, africana, española y nativa americana. En el sur de Luisiana se observan unos rasgos culturales multiétnicos que se manifestaba en la cocina, los nombres de los lugares, la arquitectura, los apellidos, etc.



 Visitamos muchas veces el centro de la ciudad para curiosear en la historia. El monumento más notable es el Capitolio del Estado, un edificio alto, de los años 30, semejante al Empire States de Nueva York. En los alrededores hay hermosos jardines de flores muy bien cuidadas. En ocasiones subíamos hasta el último piso. Desde allí se divisaba bien todo el Downtown, el campus y el Mississippi. También hacia el norte se veía la refinería de Exxon, la más grande del mundo. Cerca de allí estaba el antiguo capitolio, un bello edificio de arquitectura normanda, pero completamente vacío. Nunca pudimos entrar a visitarlo, pues permanecía cerrado para los visitantes.


 


 

Semestre de invierno.

 

Nos mudamos a un primer piso en la misma residencia de estudiantes graduados. Esperamos dos semestres para conseguir el cambio. Pasamos de un tercer piso a la planta baja. Ahora estábamos más cómodos. Hicimos buenas amistades, casi todos de nuestra misma edad, con niños y estudiantes de postgrado. Los vecinos del lado derecho eran muy agradables: una joven pareja, formado por un chino de Hong Kong, estudiante de ingeniería de petróleo, casado con Leslie una rubia de Alabama. Tenían una niña que Nancy cuidaba. Con ellos hicimos una sólida a mistad. A veces jugábamos al tenis junto a otros amigos. En la parte alta de nuestra vivienda estaba un matrimonio de brasileños, de grata recordación. Erik estudiaba también ingeniería petrolera.

En los estudios de maestría estaba rindiendo bien. Si bien conocía muchas de las cosas que me enseñaron, de manera formal y muy teórica, debía trabajar muy duro con los ejercicios. El sistema de enseñanza americano hace mucho énfasis en la parte práctica. Esto es una diferencia notable, que quizás tenga sus raíces en el empirismo de los ingleses, frente al racionalismo francés.  En realidad, la práctica lo es todo pues no se conoce algo bien sin haber pasado por el manejo de los conceptos, como una herramienta para conseguir nuevos conocimientos. El lema era: la práctica hace la perfección.

En los carnavales fuimos a Nueva Orleans para ver de cerca el famoso desfile de Madi Gras. Llegamos temprano a Nueva Orleans para conseguir un puesto de observación. Estacionamos en el Superdome. La gente se apretujaba en las calles mientras las muchachas de las carrozas lanzaban collares de cuentas y caramelos. Fue un desfile bastante vistoso con la participación de las bandas de high school de la ciudad.



Mi familia la estaba pasando bien se adaptaba mejor que yo y teníamos un grupo de amigos que nos apreciaban bastante. Entre esas amistades recuerdo a Quintín Molina, un chileno estudiante del doctorado de Física. También Horst von Brand, otro chileno quien estaba estudiando computación. Entre los venezolanos estaba el ingeniero de mantenimiento Juan Carrasco y su esposa e hija. Todos ellos eran vecinos de la misma residencia Edward Gay. En otra de las residencias vivía el ingeniero Rafael Martínez y esposa, el biólogo Craig Lillestrom y su esposa María que todavía hoy nos comunicamos con ella. El grupo de los dominicanos, comandado por Didía era bastante unido y me aceptaron de una vez por razones obvias. Allí estaba Luis Rollins, quien se quedó viviendo en USA. El panameño Marcos Navarro regreso a su país.



 

Viaje a Venezuela.

 

En el mes de mayo de ese año viajamos a Venezuela. Estuvimos casi un mes visitando a nuestra familia. Primero en Maracay donde mis padres. Ellos se alegraron mucho al vernos de nuevo.  Luego en Tovar con la familia de Nancy. Finalmente estuvimos un tiempo en Mérida, visitando a mi hermano Jesús Rivero, quien era el decano de la Facultad de Ciencias.

El efecto demoledor del viernes negro se sentía por todas partes. La gente se quejaba de mala situación económica. La moneda empezaba a devaluarse. Las cosas importadas empezaban a escasear.

-Se acabó el ta barato, dame dos de Miami. Ahora nadie puede viajar- Decían muchos.

El verano.

De regreso a USA me sentía mejor, más adaptado al ambiente. Trabajé en las inscripciones de la universidad, como parte de mis obligaciones como TA. También colaboraba con los exámenes de admisión para los nuevos estudiantes.  

Ese verano me tocó un curso bastante intensivo de cálculo como corrector de tareas. Debía corregir todos los días los problemas asignados a un grupo de veinte estudiantes.

Viaje a Houston.

 

Al terminar el semestre hicimos un viaje de vacaciones a Houston. Fue un viaje de unas 5 horas para recorrer 260 Km. Salimos bien temprano siguiendo la Interestatal -10 hacia el oeste, pasando por Lake Charles, Beaumont y otras ciudades cercanas a la costa del Golfo de México. El aire era gris y bastante contaminado por la gran cantidad de empresas petroquímicas. Durante todo el trayecto la misma neblina gris y espesa cubría casi todo.



Houston es una gran ciudad bastante moderna, con un Downtown impresionante por sus rascacielos de vidrio. En Houston conocimos el parque de Astroworld, un lugar semejante a Disney World , con muchas atracciones mecánicas. Pagamos cinco dólares por persona y nos estuvimos todo el día. Lo más bonito fue un show acuático con unos delfines muy bien entrenados.

Visitamos también las instalaciones de la Administración Nacional de Aeronáutica y Del Espacio Estadounidense NASA. Ubicado en Clear Lake, Texas, justo fuera de Houston, el Centro Espacial Lyndon B. Johnson (JSC) es la sede de las operaciones de vuelos espaciales humanos para la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA). Vimos los grandes cohetes de lanzamiento, las capsulas de los astronautas y la gran sala de control donde se reunían los científicos para la llegada del hombre en la luna. La entrada era completamente gratis y nunca vimos un puesto de control militar cuidando las instalaciones.

Semestre de Otoño.

Ese semestre fue muy intenso, pues además de estudiar para los cursos regulares, debía trabajar como TA y prepararme para el examen de calificación para el doctorado. Casi todas las noches iba a estudiar a la biblioteca de 7pm a 11pm. Eso era parte de mi rutina diaria que comenzaba a las 6 am. Debía levantarme muy temprano para preparar a Francisco José para la escuela. Nancy recibía algunos niños que cuidaba como baby sitter. En casa no tenía tranquilidad, pues la televisión, la visita inesperada de algún vecino y el ruido me molestaban.

Muchas veces comía en el Burguer King al mediodía para ahorrar tiempo. Los precios eran bastante accesibles en aquella época y la calidad de las hamburguesas muy superior a la actual. En el Unión Student Center o centro de estudiantes, vendían un Gumbo bastante bueno. Otras veces me llevaba de casa un sándwich y una manzana y comía en cualquier lugar del campus. Eran frecuentes los conciertos al aire libre de rock o Jazz ofrecidos de manera gratuita por los estudiantes de la escuela de música. Eran conciertos del tipo BYOB (Bring your own bag), donde la gente se sentaba en la grama mientras escuchaba la música comía.

Para poder aguantar tanta presión, jugaba tenis, andaba en bicicleta y paseaba por los alrededores del campus, bordeando los lagos. En las tardes después de las clases llevaba a Nancy a los centros comerciales. Había un par de Mall bastante grandes y modernos para la época como Cortana Mall y Bon Marche mall.

Uno de los paseos favoritos era la ciudad de Nueva Orleans, que estaba a 75 millas de Baton Rouge, siguiendo la autopista inter estatal No.10. Nueva Orleans ofrecía mucho entretenimiento y diversión por su cultura tan especial con influencia francesa y española.

En el otoño se entretenía uno mucho viendo los partidos de futbol americano. LSU Tigers era uno de los equipos más fuetes del campeonato universitario del College Football.  Una vez asistí a un juego en el Tiger estadio con capacidad para 82 mil espectadores. A banda era sensacional. La gente gritaba muy fuerte cuando tenían la pelota: Geaux tiger… En aquella temporada, la celebración del Homecoming en el campus fue sensacional. Las fraternidades de hembras y varones se engalanaban con decoraciones alusivas al tigre. Había razón para ello.

El 10 de noviembre de 1984, el equipo de futbol de LSU derrotó a su archirrival Alabama en Birmighan.  16-14. Ese año quedó entre los mejores de la conferencia.  Por lo tanto, fue al Sugar Bowl en Nueva Orleans, pero perdió 10-28 contra Nebraska, el primero de enero de 1985.

 

 

Ya soy Master.

En diciembre recibí el diploma de Master in Sciences.

 

Cursos aprobados en 1984.

          Variable compleja.

Profesor: Carruth McGehee •Libro Complex Variables John Conway.

          Teoría de números algebraicos.

Profesor: Jurgens Hurrelbrink. •Libro Paulo Ribemboim : Algebraic numbers.

          Grupos topológicos.

Profesor Hildebrandt.• Libro Grupos Topologicos Pontryagin.

          Topología Algebraica.

Profesor: Pierre Conner• Libro No recuerdo.

•          Ingles Speech.

 

Disney.

 

En las vacaciones de diciembre –enero recibimos la visita de los amigos de Iowa: Roberto Morales y Jorge Vielma con sus respectivas tropas familiares. Ambos colegas de la ULA que teníamos dos años sin vernos. Nos contaron sus experiencias con el viernes negro, mucho más traumáticas y cómicas que las nuestras.

Aunque a todos ellos los recibí en mi apartamento, con ciertas incomodidades, pues éramos nueve personas en total, debo decir que nos apañamos de cualquier manera y fue un encuentro muy grato y placentero.

Tuvimos una noche loca en Nueva Orleans, paseando por la Bourbon Street y visitando los sitios más icónicos de aquel lugar. Mucho jazz y cerveza.

Luego hicimos un viaje  para conocer Disney World en Florida. Nos acomodamos en dos carros y fue un viaje de dos días. Los niños disfrutaron de las atracciones al igual que los adultos.


 

El fin de un blog

  He decidido dejar de publicar en este blog, por su baja visibilidad. Si alguien  quiere los capitulos que faltan de la novela, se lo spued...